Ahora vas y vienes, te insinúas, te pierdes, te recobro; me levantas, me hundes, me destierras, me rompes, me eliminas, me envenenas.... Dónde quedó el brillo de tus ojos, en qué espejo te miras, en qué calle te hospedas. Pasos de ti me pierden, halagos y misterio de hombre en tu cintura. Tu dejadez me abruma. Te asomas a mi vida sin ninguna etiqueta, sólo con la descomunal belleza de tu raza. Arde tu piel tostada y tus labios pronuncian en silencio palabras imposibles. Traduces tu impaciencia en otro idioma, y me pides costumbres de tu pueblo, cuando dices que yo te pertenezco. Sólo el amor concibe tamaño desatino.
Cibernáculo, de María del Valle Rubio. Ediciones Vitruvio. Número 279 de la Colección Baños del Carmen.
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