martes, 23 de septiembre de 2008

Presentación de Casa junto al mar, de José Manuel Caballero Bonald

El próximo 3 de Octubre, se presentará en el Ateneo de Madrid, Calle Pinar, nº 21, a las 22: 30, el libro, Casa junto al mar, de José Manuel Caballero Bonald. El acto será presentando por Pablo Méndez y Miguel Losada.


Casa junto al mar



Azulada por el nocturno oleaje,
entre el ocio lunar y la arena indolente,
la casa está viviendo, decorada de cenizas votivas,
hecha clamor de memorables días dichososo
palabra más bien, que ahora escribo en la sombra,
apoyando mi sueño en sus muros de solícitos brazos.

La casa está en el sur; es lo mismo que un cuerpo
ardoroso, registro de certeza embriagada,
donde estuvo mi vida, orillas de un emblema marino,
resonante de alegres impaciencias
o de ilusorias lágrimas que otros ojos cegaban.
Sus ventanas, a veces, están dando a mi nombre,
porque son todas ellas como bocas que acunan,
como labios que brillan bajo el furtivo pétalo del cielo,
aberturas que el mar vuelve sonoras
y en cuyo fondo habitan verdades como pechos,
palabras semejantes a manos que se juntan
o acaso esa tristeza que hay detrás del amor.
Recuerdo sus paredes, sus puertas de madera entrañable,
la verídica cal en cuyas lindes
se estaba congregando toda la luz de aquella casa,
sin poder ocultar cosa alguna por detrás de sus lienzos,
sin poder ser distinta a un cristal desnudado,
a un renglón transparente de tiempo sin edad.
Recuerdo también sus rincones más hondos y ocultos,
su razonada disposición de alegría,
la distribución de sus sueños con afán perdurable.
Todo allí se contagia de una idéntica vida,
y es para siempre su estación humana,
los ciclos de su fe, raíz de cuanto soy,
de todo lo que ordena mi palabra y sus márgenes:
las dudas con que erige sus muros la verdad,
los recuerdos que a veces son lo mismo que llagas,
el olvido, ese moho que corroe el rostro de la historia,
lo que está sin remedio convirtiéndose
en una misma forma de aprender a volver,
el miedo al desamor por donde sangra el mundo.

Sí, la casa es un cuerpo: mi corazón la mira,
la habita mi memoria; sé que está restaurándose
como la abdicación del mar en las orillas,
como las germinales herencias del verano,
y quizá sea posible que esta casa no pueda nunca envejecer,
no pueda cumplir nunca más tiempo que el de entonces,
porque sus habitantes son lo mismo que llamas
sin quemar, frágiles al aliento de la grieta más tenue,
y ellos están haciendo que las paredes vivan,
que los peldaños latan como olas,
que cada habitación respire y reproduzca
los irrepetibles y anónimos hechos de cada día.

Casa sin tiempo junto al mar, cumbre
sonora entre los astros, libre razón con muros,
criatura en donde acaban mis fronteras,
soy menos si me faltas,
tu paz rige mi vida y la hace humilde,
justifica mi espera tu paciencia,
bogas, persistes, reinas, como un ave en la noche,
acaso ya recibas el nombre de José.



Incluido en Casa junto al mar, de José Manuel Caballero Bonald, número 164 de la Colección Baños del Carmen.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Presentación de Parece septiembre, de José María Milagro-Artieda

El próximo viernes, 19 de Septiembre, se presentará en la Librería Antígona de Zaragoza, Calle Pedro Cerbuna, nº 25, a las 20: 00 horas, la novela, Parece septiembre, de José María Milagro Artieda, la obra será presentada por Carlos Castán.


Selva selvaggia



Arrincona la luz nueva todo intento
de creer sus propuestas: no hay disculpa
para aquél que presuponga el comienzo
al modo ingenuo de un manso despertar,
una irisada profusión de sutilezas
que despliegan sus gracias, que silencian
el verbo desatado en el invierno.

Vuelan la selva mía multitud de desdichas,
bestezuelas de rumbo irregular,
comedoras de espectros, bien aladas
traiciones al sepulcro que las tuvo.
Otras crecen y reptan hacia arriba,
se entrometen al aire inofensivo de la lluvia,
son madeja extendida, muda flor de sí mismas,
pujan tanto en su afán que, cuando aciertan,
no hay pared que soporte sus insidias.

¿Y ese viento ofuscado, esa súbita ilusión
que me aleja del orden temeroso?
Puedo esperar clemencia de la
lenta, pausada, toda espeso cedazo,
de la más forzada brisa que me atrape,
pero no bromean los brotes decididos
en baile tan revuelto que incinera al tejer
y escalda el rostro, que desliza sus espinas
por el brazo desnudo y pinta estragos.

Paseo por los bordes de mí mismo,
por los vibrantes matorrales
de la tarde entre calima azul,
tiendo los ojos a un río que no fluye,
escucho su dorado crujir sobre guijarros
y me pesa un rumor sordo, una fronda recelosa
que, si advierte del fuego por venir,
es diluvio ella misma, cobra aspecto de fiera decidida,
me preserva de mí con tantos garfios
como lenguas piden que me adentre
en la verde maraña de sus días.


Poema incluido en el libro, Los cínifes versados, de José María Milagro-Artieda, número 117 de la Colección Baños del Carmen.