lunes, 31 de octubre de 2022

Presentación de Los hijos de Saturno, de Roberto López San José

El próximo viernes 4 de noviembre presentaremos Los hijos de Saturno, de Roberto López San José, que será presentado por Blanca Sarasua y Alberto Infante, será en la Biblioteca Bidebarrieta de Bilbao, Calle Pelota, nº 6 a las 19: 00 horas

 

  

 quizás la vida sea eso
 un gran vacío
 lleno de preguntas
 
 el enorme fracaso
 tras una pérdida
 remota
 
 quizás sea eso
 
 como el génesis de la biblia
 
 entonces Él
 era otro Saturno
 

 

 

Los hijos de Saturno, de Roberto López San José. Ediciones Vitruvio, número 929 de la Colección Baños del Carmen.




Presentación de Cerca de Hierro, homenaje a José Hierro en su centenario, coordinado por Antonio Marín Albalate

El próximo viernes 4 de noviembre presentaremos Cerca de Hierro, un homenjae a José Hierro en su centenario compuesto por cincuenta y seis voces y tres artistas plásticos, lo presentará Antonio Marín Albalate, Elia S. Temporal y Pablo Méndez, será dentro del Ciclo Deslinde, en la Casa del Estudiante, calle del Ángel, nº 26 a las 19: 00 horas. en Cartagena.

 JOSÉ HIERRO

 

 

 

Pepe Hierro murió hace veinte años y nos dejó muy solos. Me parece muy triste tener que empezar escribiendo esa frase: "Pepe Hierro murió." Pero es verdad. Hace tiempo escribí unas líneas sobre Pepe y sobre su poema "El muerto", cuando él estaba vivo y bien vivo, más vivo que todos nosotros juntos. Son esas líneas las que ofrezco a continuación, a mayor gloria de uno de los poetas más grandes de la literatura española contemporánea.

 Si hay un poeta español vivo que tiene oído para la poesía, ése es José Hierro. Si hay un poeta español vivo que tiene claro lo que quiere decir, lo que ineludiblemente ha de decir, en cada uno de sus poemas, ése es José Hierro. Parece una tontería, pero hay muchísimos poetas, algunos de ellos de campanillas, que no saben lo que es un eneasílabo. Y otros tantos que empiezan a escribir porque están aburridos y son muy delicados y sensibles, y qué otra cosa pueden hacer, pero que ignoran por completo qué va a venir después de ese primer verso que las Musas regalan, porque su escritura es oscura, y la oscuridad en poesía no es más que defecto de expresión, como han dicho, entre otros, Lope de Vega y José Hierro.

En el tomo 11 (1837) del Semanario pintoresco español que dirigía don Ramón de Mesonero Romanos figura una semblanza de

Góngora en la que, textualmente, se dice: «Entre los eminentes escritores que elevaron la poesía castellana a su más alto grado de esplendor, sobresale este vate singular, en quien vemos reunirse el gusto más delicado y la más lozana imaginación, y luego renunciar por sistema a tan nobles cualidades para fundar una secta literaria, irracional y extravagante, que por largos años hubo de dominar nuestro Parnaso». Suscribo la opinión del anónimo autor de esas líneas, probablemente el propio Mesonero. Y a qué viene la cita. Pues a que entre tanta reivindicación gongorina —del Góngora de la "secta literaria", no del otro— como hubo a cuenta de su centenario, allá por 1927, y tanto gongorino cifrado, hermético o culterano que ha tenido que padecer quien esto escribe, primero en sus propias carnes, allá por 1970, y luego en las de sus empecinados compañeros de generación, sine fine, uno agradece "el gusto delicado y la lozana imaginación" de poetas como Hierro, a quien estoy seguro de que nunca se le ha pasado por la cabeza "fundar ninguna secta irracional y extravagante", como al autor de las Soledades.

Hierro ha apostado por la auténtica poesía, la que no interroga a sí misma, ni se plantea dudas metafísicas acerca de la intensa llanura del papel de hilo en blanco, ni se pregunta de dónde viene el canto ni adónde va la sangre de la pluma, sino que fluye como un chorro de vida, como un inagotable manantial por donde el mundo brota en verso para todos los hombres, en verso claro y verdadero.

Uno de los poemas que más me gustan de José Hierro es "El muerto", perteneciente al libro Alegría (Madrid, Rialp, 1947). No lo leí en la edición príncipe, sino en un librito publicado por Afrodisio Aguado en la colección "Más allá" (la misma en la que figuraban las Elegías europeas, de Eugenio Montes, y acaso también —no tengo el libro a mano, pero, desde luego, tenía el mismo tamaño que "Más allá"— la prodigiosa Venganza de don Menda, de Muñoz Seca), que se titulaba Poesía del momento e incluía los dos primeros libros de Hierro, Tierra sin nosotros y Alegría, escritos entre 1944 y 1947, o sea, entre los veintidós y los veinticinco años, una edad estupenda para casi todo, incluso para escribir poesía.

Decía Pepe en el prólogo a Poesía del momento que admiraba sobre todo a tres poetas: Rubén Daría, Juan Ramón Jiménez y Gerardo Diego. Qué voy a decir que no sepáis de la influencia de Rubén en Juan Ramón, y de éste en la poesía española del siglo XX. La edición de Gerardo sí me parece más significativa, y desde luego debe entenderse al margen por completo del paisanaje. Para mí también es el poeta montañés el más interesante de su generación (y mira que los había buenos en esa hornada). Versos humanos, por ejemplo, publicado en 1925, me parece uno de los libros de poesía más admirables que se han escrito en lo que va de siglo. La Montaña o, mejor, Cantabria, como dicen ahora, ha dado extraordinarios poetas a la literatura española. Junto a Gerardo y Pepe Hierro, me gustaría recordar aquí al autor de Los muertos, José Luis Hidalgo, y a José del Río Sainz, el rubeniano autor de Hampa, sin duda el libro más original y divertido del Modernismo a este lado del Atlántico.

Volviendo a Alegría, el libro donde se publicó el poema "El muerto", debo decir que sí , que también yo he estado algunas veces alegre. Como la condición del hombre es la tristeza ("Cuando estoy triste, que es casi siempre", decía Juan Eduardo Cirlot en uno de sus más célebres poemas), por eso los escasos momentos de alegría son tan importantes y se recuerdan toda la vida. Los bardos primitivos aún no sabían que lo propio del hombre es estar triste, y pintaban héroes alegres en sus cantares. En un viejo poema escandinavo, alguien pronuncia el panegírico de un héroe muerto y no se le ocurre decir nada mejor de él que la siguiente frase: "Ni un solo día lo vi triste. "Y no es que el rudo vikingo que acaba de morir combate desconociera en vida la tristeza, pero al menos la disimuló lo mejor que pudo, tanto y tan bien que logró engañar a su panegirista fúnebre.

La alegría está hecha para hacernos brillar de tarde en tarde, para que nos enfoquen todas las luces de la sala de cuando en cuando. Imaginaos lo espantoso que sería estar alegre siempre, tal y como pregonan ciertas sectas. Cuando yo era pequeño, un individuo vestido de negro solía repetir en un programa de televisión la siguiente máxima: "Sed felices para hacer felices a los demás." (Y el televisor no explotaba al oír aquello, os lo aseguro.) Como si no supiésemos que la felicidad ajena es casi siempre fuente de infelicidad propia. Pondré un ejemplo: mi mujer es feliz escapándose con el abogado matrimonialista del 5°; su felicidad no es contagiosa, pues yo me quedo hecho unos zorros.

Pero no divaguemos. En el poema de Pepe Hierro quien nos habla es un muerto, alter ego ocasional del poeta. Está maravillosamente dicho desde el principio: «Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría / no podrá morir nunca». El muerto, una especie de muerto universal, ha llegado a semejante conclusión después de muchas reflexiones (en el reino de la muerte hay tiempo para todo). En su mundo "de noche completa", "de olvido y de sombra constante" han tenido que transcurrir muchos siglos (es un decir) para que él se dé cuenta de que, por mucho que la tierra lo cubra y nadie lo recuerde, la hierba sigue sobre él, la vida sigue sobre él, aleteando como un pájaro que ha caído del nido, latiendo como el corazón de un cachorro que acaba de nacer. Y el aire, arriba, será azul (del mismo modo que la tranquilidad puede ser violeta) y, al llegar la primavera, se romperá en gorriones y en flores blancas y doradas con las que hacer guirnaldas.

La alegría deja, al pasar, un perfume de tibia belleza entre los dedos. El muerto del poema de Pepe Hierro sorprendió alguna vez esa loca hermosura en su vuelo e hizo que el tiempo se detuviera (cosa que Fausto no consiguió, ni con ayuda del Diablo). Por eso no podrá morir nunca. Tal vez no se trate de la inmortalidad personal que ansiaba Unamuno, pero el panteísmo —esa especie de inmortalidad solidaria— resulta en el poema una solución satisfactoria. Y es que el autor de Poesía del momento, aquel librito de Afrodisio Aguado que incluía el poema "El muerto", no sólo nos transmite el pulso de la vida en todos y cada uno de sus versos, sino también la sensación de que haber conocido al hombre, además de haber leído al poeta, es una fiesta al margen de la muerte.

 

LUIS ALBERTO DE CUENCA


 

 Cerca de Hierro, homenaje a José Hierro. Ediciones Vitruvio, número 932 de la Colección Baños del Carmen.




lunes, 24 de octubre de 2022

Presentación de Nadie recuerda la última lluvia, de Jesús Díaz Hernández y Pablo Baeza

El próximo viernes 28 de octubre se presentará Nadie recuerda la última lluvia, de Jesús Díaz Hernández y el pintor Pablo Baeza, que será presentado por Sergio Iborra y Pablo Méndez, Será en el Palacio de las Flores, calle Maiquez, nº 10 a las 19: 30 horas.

 

   

 LA SILLA DEL DIABLO
 
 
 
 Esta silla está maldita, es la silla del diablo.
 Dios me la ha puesto de castigo;
 tan cierto como que desde el cielo me observa.
 A diario me tengo que sentar en ella
 y a diario, cuando termina la clase,
 él llega a mi espalda,
 como un monstruo aterrador,
 y me susurra cosas extrañas,
 palabras que no llego a comprender.
 
 Heme aquí, en la silla, cohibido, sumiso…,
 quizá aterrado, no estoy seguro,
 sintiendo como sus manos sudorosas
 me aprietan los hombros
 mientras suplico a Dios que pare.
 Intenta ser dulce pero no lo consigue,
 hay algo desagradable en su forma
 de apretarme mientras me habla.
 Le siento como una masa informe
 que no tiene nombre.
 
 Sí, la silla está maldita, y a pesar de todo
 me aferro a ella con la única esperanza
 de que él termine por cansarse,
 que hoy no me obligue a levantarme,
 que no me lleve y sea otro día más de suplicio.
 No quiero levantarme de la silla,
 aunque siga tocándome, no me moveré.
 Esta maldita silla es mi salvación,
 y, sin embargo, la odio con todo mi corazón.
 Si Dios tuviera misericordia de mí…

 


      

 

Nadie recuerda la última lluvia, de Jesús Díaz Hernández y Pablo Baeza. Ediciones Vitruvio, formato grande a color, número 1. 540



Presentación de Jardín de invierno, de Miguel Gutiérrez García

El próximo jueves 27 de octubre se presentará Jardín de invierno, de Miguel Gutiérrez García, que será presentado por Pablo Méndez, Será en el Office Madrid-Vitruvio, calle Doctor Castelo, nº 44, a las 19: 30 horas..

  

 EL SUEÑO
 
 
 
 Duermo. Después de amar y ser amado
 ha venido una noche venturosa.
 No hay sueño como el sueño que reposa
 junto al cuerpo que fuera nuestro aliado.
 
 Y en el sueño nos hemos encontrado
 los dos ante una carne generosa,
 que en poesía trocó lo que fue prosa,
 y en permitido lo que fue negado.
 
 Y así vimos las luces de otro cielo,
 escuchamos los sones de otro canto.
 y bebimos el agua de otra fuente.
 
 Nuestras almas se alzaron en un vuelo
 con un amor henchido, tan creciente,
 que al llegar hasta Dios se trocó en santo.

       

 

Jardín de invierno, de Miguel Gutiérrez García. Ediciones Vitruvio, Número 923 de la colección Baños del Carmen.



miércoles, 19 de octubre de 2022

Presentación de Fuego tan canibal, de Sergio Iborra

El próximo lunes 24 de octubre presentaremos Fuego tan caníbal, de Sergio Iborra, que será presentado por Pablo Méndez  y José Ramón Martínez Pérez, será en Covibar, en el centro social Armando Rodríguez, avda. del Armando Rodríguez S/N, a las 19: 00 horas.

 

 A UN CENIZO

 
 
 
 Dejar de ser un hombre y ser guiñapo,
 desvanecerte como una hoja en trizas
 dejando atrás un surco de cenizas
 e irte desmadejando como un trapo.
 
 Pensar como un judío en la Gestapo
 que en la vida las dichas son postizas,
 que atraviesas arenas movedizas
 y que eres, entre lobos, un gazapo.
 
 Saberte entre los vivos, moribundo;
 sentir que todo es farsa sin sentido
 y afrontar tu destino estoicamente.
 
 Pasar sin dejar huella en este mundo,
 resignarte a ser pasto del olvido
 y dejarte arrastrar por la corriente.

  

 

Fuego tan caníbal, de Sergio Iborra. Ediciones Vitruvio, número 917 de la Colección Baños del Carmen



lunes, 17 de octubre de 2022

Presentación del número 7 de la revista Tinta en la medianoche

 El próximo viernes 21 de octubre presentaremos la revista Tinta en la medianoche, nº 7, compilad esta vez por Pedro Alcarria y Alberto Infante con la ciudad de Barcelona y sus poetas como protagonistas, será en Can Deu, plaza de la Concordía, nº 13, a las 19: 00 horas en Barcelona.

  

3
  
 
¡Negra ciudad de la melancolía
que acastillada en un recodo abrazas
a tus chopos cuya hojarasca delira
y el derramado gemido que te los separa!
 
Inesperada en la cima de tus pendientes
entre penachos de niebla que se desbaratan,
siempre parada a tu alrededor el alba,
¡sin grito, sin fuego ni pájaros felices!
 
¿Qué olvidada música, qué gemido
apenas pronunciado, lanza el cordel desconocido
¿hasta los súbitos sillares de sombra coagulada?
 
¡Ciudad de ningún lugar a donde todas las cosas van!
Afán oscuro del vacío que quiere salvar
el último sueño de un agua dispersada.

 

  

Poema de Mercè Rodoreda, incluido en Tinta en la medianoche, nº 7.




lunes, 10 de octubre de 2022

Presentación de Grial y Luz cenital, de Rafael Talavera

El próximo viernes 14 de octubre presentaremos Luz cenital, y Grial, de Rafael Talavera, que será presentado por José Elgarresta y Pablo Méndez, será en el Centro Riojano, calle Serrano, nº 25  a las 19: 30 horas

   

Con un silbo de sedas se anuncia por las ramas
la alondra que hace el alba con su canto:
 
yo y mi melancolía de viejo la escuchamos,
pues no tenemos sueño, no dormimos
 
más de lo imprescindible para resistir.
Así que el canto de la alondra
 
nos sirve de sostén, sin saber cómo pueda
el silbo de una alondra servirle a la tristeza de sostén.
 
de Luz cenital
   

liv
   
verde diluvio
en la maleza en ruinas–
donde callan estatuas
y el turbio sendero resbala
 
la dama desde el margen elige
algo del triste río que con la vida huye:
un caballero muerto una flor negra–
arrebolada huye con su presa
  

de Grial

 

Luz cenital y Grial, de Rafael Talavera. Ediciones Vitruvio, número 924 y 927 de la colección Baños del Carmen



lunes, 3 de octubre de 2022

Presentación de Tierra llana, de Francisco J. Castañón

El próximo viernes 23 de septiembre presentaremos Tierra llana, de Francisco J. Castañón, que será presentado por Alfonso Berrocal y Pablo Méndez, será en el Centro Riojano, calle Serrano, nº 25  a las 19: 30 horas

 

  

Anatomía de Toledo

 
De nuevo, la vetusta ciudad imperial
alzada sobre el horizonte indefinido
que abraza la llanura.
 
Alcázar, iglesias, mezquitas,
sinagogas…, laberinto
de calles intrincadas
y recogidas plazuelas
al alcance de la mano 
desde esta balconada repleta
de gentes desiguales
que deambulan a selfi por minuto.
 
Alcor sobresaliente,
donde una vez más renuevo la mirada
sobre el azaroso teatro del mundo.    
 
Así la noche va atrapando ahora
a esta ciudad menuda y formidable,
mientras los edificios
se cubren de luces coloridas
y de los cigarrales emerge aún
la melodía hiriente del verano
que penetra en mi coraje
como un puñal de luna. 

 

 

Tierra llana, de Francisco J. Castañón. Ediciones Vitruvio, número 925 de la colección Baños del Carmen.



Presentación de El cartero del tiempo, de Milagros Sandoval

 El próximo jueves 6 de octubre se presentará El cartero del tiempo, de Milagros Sandoval, que será presentado por Rosa Estremera y Pablo Méndez, Será en el Office Madrid-Vitruvio, calle Doctor Castelo, nº 44, a las 19: 30 horas..

 

 

LA MIRADA DEL OLIVAR
   
Un planeta olivarero
tuvo que atravesar
el caracol a su paso por Jaén
en su lenta caminata
en busca
de la alegría del mar.
 
Miles de olivos
en inmensas llanuras
se alineaban en hileras
fenicias,
con sus ramas griegas
y savias romanas.
Olivares
de verdes hojas,
de verdes ojos.
 
Olivares
de verde plata,
de iris oleaginosos.
Olivares
con ramas
de alegría y paz.
Olivares
con hilos de sol
en sus ojos.
 
Olivares
antiguos crecidos
en ambarinas tierras.
 
Olivares milenarios
arraigados
en su mirada.
Verdes, con lágrimas
de limón.
Verdes, con gotas
de aceituna.
Olivarera antesala
antes de llegar al cielo del mar.

       

 

El cartero del tiempo, de Milagros Salvador. Ediciones Vitruvio, Número 44 de la colección Poesia Tatoo.