El libro Escritos de la zona oscura, de José Elgarresta ha resultado ganador del Premio de la Asociación de Editores de poesía 2011. Como mejor libro traducido ganó Instante de Wislawa Szymborska, traducido por Gerardo Beltrán y Abel Murcia. Debemos destacar también, Retorno de la voz, de David Morello que quedó finalista.
Un hombre feliz
Un amigo mío
era el más listo de la pandilla
en cuestiones de dinero.
No hacía planteamientos sofisticados.
Simplemente, su sentido común
le permitía prever los acontecimientos
tal como en realidad sucedían
e interpretarlos correctamente.
Con este sencillo procedimiento
amasó una buena fortuna
y ayudó a que otros lo hicieran,
pues la amistad era una de sus grandes debilidades.
Sin embargo, era austero,
decía que le gustaba el dinero en abstracto,
pero sus gustos eran económicos.
Sentía curiosidad por todo,
también por la cultura,
pero no deseaba profundizar
más allá de ciertos límites,
pues, según comentó en cierta ocasión,
“la muerte es una tragedia tan grande
que, si pensamos en ello,
la vida se convierte en algo inaceptable”.
Creo que concebía la existencia
como un viaje que uno debía realizar
rodeado de buenos amigos,
por ello, cuando observaba
que los viejos se quedaban solos
y perdían sus puntos de referencia,
no hacía el menor comentario,
pero su silencio era el discurso más elocuente.
También consideraba
que todo era un juego
y uno debía participar en él
de la mejor manera posible.
¿Por qué había que hacerlo?
era otro tema prohibido.
En resumen: organizó su vida de forma tan perfecta
que era la envidia de cuantos lo rodeaban
y tal vez fue así feliz,
pero cuando se lo pregunté
respondió que naturalmente
esa era otra pregunta sin respuesta.
Recital dentro del recital
El recital no estuvo mal,
aunque la mezcla de poemas y música
hizo que no se entendiesen
ni una cosa ni la otra.
Lo mejor vino luego,
cuando se suscitó la cuestión
de qué era un poema
y cómo diferenciarlo de la prosa.
Los jóvenes artistas dijeron
que poesía era simplemente
un criterio subjetivo del autor:
si él afirmaba que algo era poesía
lo era, así de fácil;
entonces, uno sentado frente a mí
dijo que la cultura en la sociedad contemporánea
era propiamente un proceso de aculturación,
una conversión de lo único, lo necesario por sí mismo,
en fungible, intercambiable, contingente
y su introducción en el mercado.
De esta forma, mediante la mercadotecnia,
se conseguía moldear las mentes de la gente,
convertirlas en plastilina,
para cuya manipulación sobran los creadores;
no sólo sobran, incluso estorban
y a él le dolía
que el joven poeta y el joven músico
cayesen en la trampa.
Después amplió el campo de esta argumentación,
añadiendo que, acostumbrados a flotar
en este pegadizo mar de conceptos intercambiables,
los individuos cerraban los ojos
a todo cuanto no fuera el olvido de sí mismos,
como si su conversión en masa los protegiera de la muerte.
Mira, me dijo,
la existencia humana es una llanura
limitada por un abismo,
puedes dormir sobre ella,
pero a mí los que me interesan
son quienes viven con un pie dentro
y otro fuera, colgando sobre el abismo.
El artista es un equilibrista
que no puede dormirse sobre el cable.
No es cómodo,
quizá incluso acorta la vida,
pero, aunque no sepas por qué,
al menos sabes que has estado.
¿Me comprendes?
Se le atragantaban las palabras,
pero yo seguía el flujo de sus pensamientos,
me parecía estar con él en una barca,
arrastrados por un río caudaloso,
se oía una catarata al fondo
y no temíamos a la muerte.
Escritos de la zona oscura, de José Elgarresta. Colección Plaza Mayor. Premio de la Asociación de Editores de Poesía.