jueves, 29 de diciembre de 2011

¡Oh, este viejo y roto violín! de León Felipe

Durante el mes de diciembre hemos publicado, ¡Oh, este viejo y roto violín! de León Felipe, su último libro y una de las obras más destacadas e interesantes del exilio. Prologado por Manuel Lacarta, que ya fue prologuista del mítico León Felipe y los niños, ¡Oh, este viejo y roto violín! es el testamento poético de una voz que no perdió nunca su singularidad, su belleza y esa honda ternura inimitable.


Perdón


Soy ya tan viejo
y se ha muerto tanta gente a la que yo he ofendido
y ya no puedo encontrarla
para pedirle perdón.Ya no puedo hacer otra cosa
que arrodillarme ante el primer mendigo
y besarle la mano.Yo no he sido bueno...
quisiera haber sido mejor.
Estoy hecho de un barro
que no está bien cocido todavía.
¡Tenía que pedir perdón a tanta gente...! Pero todos se han muerto.
¿A quién le pido perdón ya?
¿A ese mendigo?
¿No hay nadie más en España...
en el mundo,
a quien yo deba pedirle perdón?...
Voy perdiendo la memoria
y olvidando todas las palabras...
Ya no recuerdo bien...
Voy olvidando... olvidando... olvidando...
pero quiero que la última palabra,
la última palabra, pegadiza y terca,
que recuerde al morirsea ésta: Perdón.

Casi todas estas piedras llegaron en días de angustia,
de terror,
desespero y desamparo.

Algunas en días de “Gracia”.
Ahora la veo serenamente
desde la fría altura de mis años,
desde mi vejez apaciguada.
Todos son juguetes:
las heridas, las lágrimas,
el veneno del áspid, la baba del tirano,
el hacha del verdugo…
Una pelota es esa cabeza cercenada.
Jugamos al nacimiento de la muerte,
al soplo y a la llama,
al que me ves y no me ves,
al enciende y apaga la lámpara.
Pero a veces pienso que son todo juguetes y que yo que no he servido para ser
ni piedra de una lonja,
ni piedra de una audiencia,
ni piedra de un palacio
ni piedra de una iglesia…

Yo que en este mundo no he servido después de ochenta años para nada… acaso sirva ahora todavía, como David, para lanzar con la honda una de estas piedras, pequeñas y ligeras, de mi zurrón ­–la más dura, la más pedernal… Tú,
piedra aventurera,
y dar justo, justo con ella
en la frente misma de Goliat.


Auschwitz



Esos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud...
que hablen más bajo...
que toquen más bajo...
¡Que se callen!...
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos. Ya sé que Dante tocaba muy bien el violín...
¡Oh, el gran virtuoso!...
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres...
Y solo. ¡Solo!
aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante... tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, "gran cicerone")
y aquello vuestro de la "Divina Comedia
"fue una aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa... otra cosa... ¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú... no tienes imaginación, Acuérdate que en tu "Infierno"
no hay un niño siquiera...
Y ese que ves ahí... está solo
¡Solo! sin cicerone...
esperando que se abran las puertas de un infierno
que tú; ¡pobre florentino!,
no pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa... ¿cómo te diré?
¡Mira! Éste es un lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos
los violines del mundo.
¿Me habéis entendido poetas infernales? Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud...
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo!... ¡Chist!...¡
¡Callaos!! Yo también soy un gran violinista
y he tocado en el infierno muchas veces... Pero ahora, aquí...
Rompo mi violín... y me callo.


¡Oh, este viejo y roto violín!, de León Felipe. Ed. Vitruvio. Número 278 de la Colección Baños del Carmen.

Ana Frank no puede ver la luna, de Pablo Méndez

Ana Frank no puede ver la luna, de Pablo Méndez, ha sido reeditado por la Colección Baños del Carmen. El libro fue publicado por primera vez en 2010, como número uno de la editorial Rilke. Fue Libro recomendado por la Asociación de editores de poesía y Premio de la Critica madrileña, 2010.




Gato viudo



Es sabido que los gatos tardan tres
o cuatro días en elegir un dueño
cuando llegan a un hogar,

pero este tardó seis horas
y eligió a una mujer
que nunca había querido un gato,

¿quién les orienta en tan ardua disciplina?
un instinto animal antiguo y poderoso
les guía sin error por semejante laberinto,

y era casi obsesión, la seguía,
la escuchaba, la miraba cocinar,
la buscaba en las sombras,

la llamaba en la noche,
ronroneaba en su puerta,
lamía sus manos, conocía

las telas suaves de sus vestidos,
se tranquilizaba en sus brazos,
vigilaba sus sueños, era un padre

felino y orgulloso, un novio
de ojos amarillos y verdes,
un hijo mimado y pequeño,

una compañía extraña, hilado
de bigotes, nocturno de ojos,
radiante siempre en su regazo,

no podré olvidar su lomo arqueado
y torcido, sus ojos brillantes,
cuando aquella mujer

al fin, volvía del hospital,

hasta que no volvió,
y el gato tuvo que tragarse
su ausencia pesada,

ahora, pasados dos
años de aquel invierno,
ya no maúlla dolorido,

viudo y solo, se tumba
en el diván, y la recuerda

mientras duerme.



Ana Frank no puede ver la luna



Hoy, Ana Frank cumpliría ochenta años,

¿cómo será ese sueño hondo
de cumplir y cumplir
ochenta años?

quién puede bajarse
del tren de la vida y mirar caminos
ochenta años

ochenta, ahora tendidos
en el árbol viejo de la muerte,

ochenta años

yo miraré por ti los fresnos,
apagaré las velas,
celebraré la luna,
besaré a mi mujer,
este es mi regalo:
felicidades.



Ana Frank no puede ver la luna, de Pablo Méndez. Ed. Vitruvio. Número 288 de la Colección Baños del Carmen. Premio de la Crítica madrileña, 2010.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Lectura de poemas de Antonio Daganzo

El próximo jueves 15 de diciembre ofrecerá una lectura de poesía el poeta Antonio Daganzo, dentro del ciclo Arco Poético dirigido por Pepa Nieto. Será en la Biblioteca Pública de Retiro, calle Doctor Esquerdo, nº 189 a las 19: 30 horas. La presentación correrá a cargo de Jesús de la Peña.




Llega el cansancio del final de cada día
como un aviso constante de lo hondo.
Ser materia nocturna,
mariposa fungible,
ser este hombre circular
que cae rendido
inexorablemente
sobre un lecho.
Y advertir en la pereza extemporánea
la última lucidez del arbotante.


del libro, Mientras viva el doliente, de Antonio Daganzo. Ed. Vitruvio, 2010.



Piccola coda



Vuelvo a casa.
El viento y su largo monólogo
persisten.
Las agonías de mañana hoy ya aquí,
di bienvenidas.
El felino rugiendo ambigüedades,
que tan lejos.
Lupanar de presagio acanallado
no visito.
Monotonía y amargura electrizantes,
paradoja.
Tú que confundes el deseo con la muerte,
labio intacto.
Lo impredecible me ha servido de afán,
a mí el medroso.
El paseo, el delirio, lo eterno así apreciado,
cruel ponzoña.
Gozando la libertad de ir construyéndome
el sol cae.
Vuelvo a casa, en efecto.



del libro, Que en limpidez se encuentre, de Antonio Daganzo. Ed. Vitruvio, 2007.

Presentación de Poemas de los cudriales de José Ángel Losada Gahete

El próximo viernes 16 de diciembre se presentará Poemas de los cudriales, de José Ángel Losada Gahete, noveno premio de poesía "Ciega de Manzanares". El acto se celebrará en el Castillo de Pilas Bonas de Manzanares (Ciudad Real), a las 20: 30 horas y será presentado por Antonio Daganzo.




VII



Diciembre era
como un trozo de niebla,
un navajazo inoportuno,
un adiós desmedido.

Hay meses que tienen
espinos y cenizas en sus manos,
que sus números son conjuros
de heridas
y pérdidas.

Diciembre sabe
que basta un instante para marcharse,
que solo en un instante se vive,
que es suficiente para eternizarlo
un poco de calor
y de canela.




XXVII



Ya sé que todos tenemos que morirnos,
que somos eventuales,
que eterno, eterno,
es solo el gazpacho
y este instante en que te nombro.

Ya sé lo de las cervicales,
del apuro de que ya nadie te preste,
que todos te tachen de bebedor y piensen
que no queda confianza para darte.

Ya sé que de la escuela solo nos queda
geografías de papel y aire,
y la voz que se apaga por las tardes
en cuadernos de dos rayas y desdichas.

Ya sé que todos tenemos que morirnos
aunque solo la muerte de los demás
nos lo recuerde.



Poemas de los cudriales, de José Ángel Losada Gahete. IX Premio Nacional de Poesía "Ciega de Manzanares". Ed. Vitruvio