Homo contradictorius
Tras un sutil examen de conciencia
y un minucioso análisis de orina,
consultas a grafólogos y magos,
vivisección de sueños gigantescos,
conozco mi diagnóstico y sentencia.
Me lo decía el corazón: yo era
y no era, estaba muerto y vivo,
llevaba dentro como en un acuario
el triste pulpo de mis paradojas:
odiar muerto de amor, ser el gramático
de la más genesíaca locura,
cantor de bronco pecho enmudecido
tan libre y tan atados pies y manos
como en la más radiante pesadilla.
Ser aristócrata intocable, dueño
de tesoros inmensos y sin miga de pan.
Tener un ojo de león y otro
de dulce bestia herbívora en un charco de sangre.
Ser ateo y emborracharme a solas con Dios.
de Salustiano Masó.
Tinta en la medianoche, nº 9 Ediciones Vitruvio.