El próximo martes 15 de diciembre
se presentará Crisol de ausencias, de Emilio Quintanilla Buey, que será presentado por Adolfo Burriel y Pablo Méndez, será en
la Biblioteca de Aragón, de Zaragoza, calle Doctor Cerrada, nº 22 a las 19: 30
horas
UN
SENTIMIENTO DESCATALOGADO
Llegabas
hasta mí de mil maneras:
un
latido infinito, un árbol seco,
una
canción sin música ni letra,
la
tierra que se arroja sobre un féretro,
el
río que regresa hacia su origen
o
la mujer que lleva un niño dentro.
Dependiendo
del tiempo de mi vida
en
que te precisaba, tú eras eso
recóndito,
sutil, indefinible
que
me faltaba para estar entero.
Jugábamos
los dos a la esperanza
y
tú me hacías trampas en el juego
convirtiendo
en abriles los octubres
y
en caricias las ráfagas de cierzo.
Hasta
que un día desapareciste
internándote
en mí venas adentro.
Yo
te llamaba a gritos, impaciente
por
hacerte brotar como un injerto.
Me
hacías falta, como le hace falta
la
barca al mar o la hojarasca al viento,
pero
tú te negabas a escucharme
devolviendo
mi grito como un eco.
Te
supuse escondido en mis entrañas
y
comencé a escarbar. Hubo un momento
en
que al palparme en un rincón del alma
pude
sentir tu pulso violento.
Allí
estabas, tratando de engañarme.
Allí
estabas, oculto entre unos versos.
Aprisioné
tu esencia entre mis manos
y
dije: “Ya te tengo”.
Tú
apenas opusiste resistencia
probablemente
porque estabas ebrio.
Estudioso
de todos mis hallazgos,
te
llevé hasta la cripta de mis sesos
y
allí te coloque, limpio y desnudo,
en
el crisol radiante donde suelo
analizar
con ojos de alquimista
las
sensaciones nuevas que me encuentro,
y
traté de saber cómo llamarte
por
la sustancia de que estabas hecho.
Tu
incandescencia, tu amargura dulce...
me
pareciste Amor, y tuve miedo.
Hubo
un Amor que destrozó mi barca.
No
tengo del Amor un buen recuerdo.
Déjame
suponer que eres distinto;
déjame
imaginar que he descubierto
una
pasión que nadie ha conocido,
una
nueva emoción, un nuevo anhelo,
un
sentimiento descatalogado
que
me alimenta mientras le alimento;
el
manantial al que acercar mis labios
o
el faro de ilusión hacia el que remo.
Pero
Amor otra vez... y sin embargo...
si
otra vez fuera Amor esto que siento...
No quisiera echar sal sobre la herida,
no quisiera tener que llorar luego,
pero como aún percibo mi latido,
como quiero querer, como no quiero
tapiar mi corazón a cal y canto,
como ya me cansé de vivir muerto,
aunque puedas volver a hacerme daño
vamos, Amor, a comenzar de nuevo.
Crisol de ausencias, de Emilio
Quintanilla Buey. Ediciones Vitruvio, número 742 de la Colección Baños del
Carmen.
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