martes, 8 de junio de 2021

Presentación de Cadena perpetua, de Pablo Méndez

El próximo miércoles 9 de junio se presentará Cadena perpetua, de Pablo Méndez, que será presentado por Cova Sánchez-Talón, el acto se hará en la sede de Ediciones Vitruvio, Calle Menorca, nº 44 a las 19: 00 horas y podrá verse en directo en www.nuevoateneoonline.com

 

 

 La madre
 
 
 
 cuando sonó el teléfono
 yo ya sabía que ocurría algo,
 deberían ser las cuatro de la mañana,
 sin embargo ella, la madre, dormía
 de felicidad, llena de trágica ignorancia,
 
 nuestro hijo de dieciséis años
 había sufrido un accidente de moto
 y su cuerpo esperaba nuestra
 aprobación en el depósito de cadáveres,
 
 ¿cómo despiertas a una madre
 para decirle esto? ¿Cómo lo escribes?
 lo cierto es que fuimos en taxi
 y ni siquiera podíamos llorar,
 al verlo allí tumbado, sereno,
 blanco y turbio como la nostalgia,
 con ese rostro que tienen
 todos los muertos, todos
 los que están ya en ese hueco
 inanimado y sombrío:
 pensé que la vida estaba
 a punto de pararse,
 que serían estatuas el resto
 de la humanidad y nosotros
 dos los únicos supervivientes
 corriendo y corriendo
 para esquivar el dolor,
 volvimos a casa para prepararlo todo.
 
 Pero la madre se tumbó en la cama
 y yo fui a la cocina con ganas
 de vomitar, al volver al dormitorio
 me senté en la cama y entones lo vi,
 fui yo: la puerta del cuarto del niño
 no estaba como cuando la dejamos,
 estaba casi cerrada, casi cerrada,
 
 me levanté y caminé hacia su habitación,
 mi hijo había tirado sus ropas al suelo
 y dormía placidamente en su cama
 de siempre, sin saber muy bien
 mis razones, bajé al garaje y vi la moto
 sin muestras del choque, con aquellas
 pegatinas de conciertos y música,
 
 al entrar otra vez en el dormitorio llamé
 a la madre y le dije que me acompañara,
 ella también notó que pasaba algo,
 cogidos de la mano fuimos a verle dormir,
 allí estaba, tan sereno y hermoso
 como dos horas antes, pero con la vida
 ardiendo en sus ojos cerrados,
 en su respirar soñoliento y dulce:
 
 y aquí empezó todo,
 
 apenas me dejó sacar el tema,
 me dijo: está vivo, está vivo
 y lo demás no importa,
 para mí nada importa
 salvo esto: está vivo.
 
 y se pasaba las noches
 viéndole dormir,
 le llevaba al colegio,
 le prohibía ir en moto,
 ver a sus amigos,
 le espiaba y lloraba
 cuando por extrañas razones
 tardaba uno o diez minutos
 más de lo previsto,
 
 hasta cogió la vieja bicicleta
 para seguirle en verano,
 siempre detrás
 como una sombra turbia
 y enloquecida, un dolor
 pleno que no sabe
 a qué ciencia pertenece,
 una soledad que tenía
 manos y dedos
 y aullaba como un lobo
 entre las piernas,
 
 meses estuvimos así,
 viviendo como en otro mundo,
 salidos de la esfera, negando
 y sin negar nada, obedeciendo
 a leyes imposibles, turbias
 malvadas de quién sabe
 la muerte en un juguete
 o un papel eterno y equivocado
 
 pero se dio cuenta, al fin la madre se dio cuenta,
 lo vio un día salir con la moto
 un día de verano de esos que tienen
 el cielo pálido de tan azul,
 y le dijo: ¿ya no volveré a verte,
 verdad?
 
 volver sin él en el coche y aparcar
 donde siempre dejaba la moto
 fue el horror más grande de mi vida,
 pero podemos vivir, vamos al cine
 e invitamos a los amigos
 para cenar, hablar de la economía
 y leer poemas, ellos no hablan
 de sus hijos y tienen siempre
 un deje de ternura entre los labios,
 
 yo tampoco hablo con nadie de todo aquello,
 ¿qué pasó? solo el amor de la madre
 puede cambiar el orden de las cosas,
 llevar fuera de sí los elementos, traer
 del mar cántaros, botellas o palomas.
 
 Al final, eso sí, el círculo se cierra.

 

 

Cadena perpetua, de Pablo Méndez. Ediciones Vitruvio, número 847 de la colección Baños del Carmen.




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